viernes, 8 de agosto de 2008

Mi primera vez

La primera vez, apenas me gusto… así empieza una canción muy triste de mecano, pero no voy a ir por esos derroteros sino por otro de los famosos puntos débiles de la movida de los 80: el sexo, mi primera vez.

Como todas las primeras veces, la mía no fue un derroche de sabiduría ni un despliegue de erotismo, pero sin duda… tuvo su punto de gracia.

Yo tenía una edad muy respetable, mas bien era mayorcito (o eso pensaba yo) y mi chica era un ligue de una noche que sorprendentemente había cautivado a este pequeño y tímido muchacho con su sonrisa amplia y su capacidad de sentirse cómoda con mi amigo silencio.

En el lugar más apartado de la realidad que te puedas imaginar, andaba yo cogido de la mano de una mujer y pensando en las ganas que tenia de quitarle la ropa y ver ese cuerpo que solo se asomaba en esa preciosa y menuda ropa de verano.. Pero claro, siempre mi dichosa timidez que sólo me dejaba soltar estupideces por la boca del estilo de "esta calle está bien iluminada" "hace calor" y otras perlas de la incomodez humana. Sin embargo la caprichosa diosa fortuna quiso que le cayera en gracia a mi compañera y que hasta riera de buen grado con alguna broma incorrecta y sin gracia.

"Venga venga venga dile algo, vives a media hora en tren, meirda… pero no hay nadie q te moleste… ¿Cómo cojones se las arregla al gente para juntar esa frase horrible de 'vienes a tomarte algo a casa' o le pregunto 'qué quieres para desayunar?' no eso es demasiado pedante..."

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Las horas fueron pasando y al final vimos asomar el sol por horizonte al lado de la vieja estación central. Sentados bajo los leones vimos como dos perfectos extraños encontraban la paz uno al lado del otro, vimos como los besos apasionados y libertinos con que empezamos habían ido mutando a besos sentidos que parecían complacer tanto a nuestro exterior como a esa pequeña parte de nosotros que adoraba la compañía.

Al final me preguntó lo que no debía “Dos chelines por tus pensamientos”… y yo le respondí que pensaba en como proponerle que me acompañara a casa…. Se me hizo eterno el minuto que permaneció callada. En mi vida había odiado tanto el silencio, no creo que nunca vuelva a sentir esa sensación de peso infinito sobre mis hombros. Al final dijo “vale, pero luego tendrás que acompañarme a mi casa, o no sabré volver” Si hubiera tenido oído musical hubiera asegurado que el chirriar de los vagones había mutado en dulce música de Vivaldi, en victoriosas notas de alegría.

Media hora en tren… lo superamos más o menso bien, sin saber que decir, lo peor de todo era mi propia duda… porque… ella sabía que la invitaba a casa porque quería… ¿no? Vamos que no hacía falta q le dijera que era para eso, ¿no? Dios ahora miro atrás y pienso en lo torpe que era, ahí dubitativo y nervioso, ¡me sudaban las manos!

Llegamos a mi parada… y casi al mismo tiempo a mi cabeza, de algún lugar recóndito, más allá de los limites de la pura conciencia, le llego el peor mensaje de advertencia que pudiera haberle llegado… “No tienes condones en casa “MIERDA, ¡””•$&”$ , me cago en “!$!&”$%/&!/&”

-Esto… yo…. Bueno… ehhh …. Yo … tendría que… bueno, si,no? Que… pasar por una farmacia – Jamás me había sentido tan ridículo en mi vida-

-Pues casi q sí, pequeño – que estaría pasando por la rizada cabeza de esa chica.

Pero es que lo peor no fue la sensación horrible de tener que decirle eso a la chica, después de haber conseguido que se viniera a tu casa, no… lo peor es que eran las 6 de la mañana y ¡¡¡¡¡ninguna de las 5 farmacias de la zona estaba abierta!!!!!!

La primera y la segunda las recorrimos de la mano, con una mueca taciturna en su cara y la palabra “subnormal” grabada a fuego en la mía. Entonces ya, pasadas las tercera y la cuarta, yo entré en pánico y ya pesaba que iba a ser imposible, pero miré su cara y la sonrisa más bella que me haya encontrado en una muchacha estaba allí. Tenía el punto justo de sorna, con un poco de “ánimo chaval”, si dejar de ser digna y sumamente irónica…. No pude hacer más que reír también

-¡No te rías!
-L o intento una farmacia más, pero después de la siguiente no te prometo nada – Estaba amaneciendo pero todos sus dientes blancos, que se empeñaba en enseñarme en cada sonrisa, brillaban más que el pálido sol-

Pero no, la última de nuestras posibilidades nos enseño una dura y fea cara de rejas grises. Mi desesperación se había vuelto ya casi cómica, no sabía que decir….

-Bueno, pues al menos me invitaras a desayunar ¿no? – Aquella voz y aquella frase me destrozaron por dentro, **** para una vez que tengo la oportunidad.

Pasamos por al estación de camino a casa y una lucecita tenue que casi pasa inadvertida se encendió en mi duro cabezón. ¿y los baños de la estación? ¡Claro! ¡Media hora dando vueltas por el barrio y sin pensar en esas maquinas de los baños de tios!

Por fin conseguí lo que andábamos buscando y paseamos el resto del camino a casa de la mano, con un poco de impaciente apremio pero, a la vez, con suma tranquilidad. Era ya de día y yo me perdí en sus ojos negros que me sonreían desde dentro de sus párpados como si fuera ya un viejo amigo.

De lo que pasó después, no voy a hablar, que soy un caballero, pero como dije al principio, no fue un derroche de sabiduría ni un despliegue de erotismo, pero sin duda… tuvo su punto de gracia.


1 comentario:

Narayani dijo...

Sin duda las primeras veces no suelen ser las mejores pero siempre tienen su punto de gracia y, ¿por qué no? también de ternura.
Me ha gustado mucho el post. Me ha divertido :-)