miércoles, 14 de mayo de 2008

El enanito gruñón. Presentación

El enanito gruñón es uno de los personajes más entrañables que he conocido en mi corta vida. Se cruzó en mi camino –literalmente- una tarde de verano que buscaba la paz en el bosque.

A medio camino entre la soledad y la harmonía natural, me asustó este pequeño hombrecito que parecía sacado de un cuento de hadas… y de hecho lo era. Me cayó encima de golpe, como si el persiguiera algún monstruo enorme y no hubiera sitio suficientemente lejos donde esconderse.

La cortesía nunca ha sido uno de los rasgos característicos de los enanos, como he ido descubriendo con los años, pero como mínimo me merecía una disculpa. En realidad poco importaba lo que dijera, mi cabecita era incapaz de sentir cosas como indignación o irritación, estaba demasiado ocupada con el susto y la incredulidad con que contestaba a las anonadantes imágenes que insistían en transmitir los nervios oculares.

Tras un ratito de sapos y culebras (saliendo tanto de su boca como de la mía) hicimos una especie de presentación, nada formal por supuesto. Me agaché a recoger su fardo caído y recogí también el botón de la chaqueta que había saltado -por propia voluntad- hacia el matojo de romero de tres metros más allá. Por alguna razón este gesto toco un poquito la fibra sensible del enano y me tendió la mano.

No sabréis vosotras que los enanos solo dan la mano a los amigos, nonono mejor dicho a los AMIGOS. Lo cierto es que yo entonces tampoco, lo aprendí algú tiempo más tarde. No puedo demostrar que el bosque entero girara a mi alrededor, pero durante todo el rato que duró el apretón sentí como la suave brisa se enredaba en mis piernas, como el romero acariciaba mi nariz con su penetrante olor, como entre ese aroma se colaban chispeantes un poco de frambuesa y anacardo, como entendía que era perfectamente normal cruzarse con un personaje mágico en un día soleado.

Este fue mi primer encuentro con mi amigo el enanito gruñón y gracias a dios no fue el último. El botón que había recogido no era sólo un botón, o era un botón corriente como mínimo… era un recuerdo de la reina de Martidel, una enana inteligente, decidida, atrevida, sutil y además “bella” (dentro de los estándares enanos) de la que gruñón estuvo enamorado.

En estos años de amistad me ha contado esa historia y muchas otras a cual más disparatada. Me ha contado como “por su larga, larga barba” ha ido solucionando enredos –algunos provocados por el mismo- a lo largo de todo el mundo, bueno… ¡de todos los mundos!

El enanito gruñón es un amigo increíble, es el mejor compañero de viajes que un Cuentacuentos pueda tener. ¡Ya os contaré alguno de sus viajes!

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